Tuve suerte al recibir mi primera clase universitaria de Carlos Gatti, alguien con la sensibilidad suficiente como para explicarme muchas cosas, y sobre todo cuestionarme sobre otras tantas. Recuerdo mucho la explicación que me dio sobre la compasión. Sólo escuché la palabra y la referí a un paradigma, un concepto errado sobre lo que verdaderamente es. Pensaba que compadecer era sentir lástima, así, a secas.
Gracias a ese cuestionamiento debí llegar acá, a esta posibilidad de cuestionar a otros, que concretamente se ve en lograr cambios en las vidas de muchas familias que viven en condiciones de pobreza.
Veo nuestro trabajo bajo un móvil común, que puede no resultar tan atractivo a oídos de masas de jóvenes voluntarios, pero sí debería ser entendido tal cual. Ese hilo en conductor entre todos nosotros es, o debería ser, la compasión. Pablo de Tarso se refería a ella como "reír con los que ríen y llorar con los que lloran" y es en verdad lo que hacemos. Creo que la compasión es esa capacidad de reconocer algo en el otro (un valor tal vez) inherente a toda persona, que no les otorgamos, sino más bien esclarecemos o dejamos ver. Consiste en interpelarse con los sentimientos que otros tienen. Schopenhauer la veía como la esencia misma de todo: amor y solidaridad entre los hombres. Nietzche por su parte, recogía las tesis de los estoicos y decía que la compasión es un sentimiento propio de los débiles, depresivo, doloroso. La veía como un sentimiento que perpetuaba la miseria. Creo que eso también corresponde a un paradigma que puede cambiarse, como lo estamos haciendo. Este sentimiento parte del reconocimiento de una persona sufriente para luego sentir responsabilidad y hacer algo al respecto.
La compasión no es exclusiva de una iglesia, o creencia religiosa. Lo mismo con la moral, que no es común a todos, de hecho cada persona tiene una moral distinta que es nutrida de su entorno social y las características personales que nos definen como individuos. El asunto es que sepamos entendernos individualmente dentro de una comunidad. A veces parece que buscáramos apartarnos muy a pesar de nuestra propia naturaleza social.
Sentir compasión es lo mejor que nos puede pasar. Creo que nos humaniza y devuelve a un estado en el que compartimos nuestro espacio con otros, logramos compartirnos con otros."La compasión constituye un factor de cohesión grupal, una actitud proclive a ser compartida con la vista puesta en la acción común. Frente a la razón dialógica intersubjetiva que tiene a los dotados de poder y de inteligencia normal como únicos interlocutores válidos en orden al consenso, la compasión como impulso ético ha de dar cuenta, en primer lugar, de los que no participan de este consenso, y se fija en los excluidos sufrientes, en los sin-voz, para reconocer en ellos la voz del disenso que se convierte en prioridad ética" (E. Dussel).